'Peiró Coronado. 50 años de pintura'
Pascual Patuel. 2006
El Retrato
La temática del retrato ha venido formando parte de la producción de Peiró Coronado prácticamente desde los primeros momentos. A partir de los años sesenta observamos en sus exposiciones la presencia de retratos de personajes concretos. Con óleo o mina de plomo, nuestro pintor se mueve, una vez más, en su ámbito inmediato.
La Obra Neofigurativa
A partir de los años ochenta, Peiró Coronado, sin abandonar completamente los itinerarios emprendidos con anterioridad, inicia una trayectoria que en general podríamos situar dentro de la Neofiguración. De los fondos abstractos anteriores van surgiendo formas que se incorporan a estos fondos, como si el pintor buscara conformar un magma confuso y darle forma concreta.
Presencia de la Abstracción
La vinculación de Peiró Coronado al mundo de la abstracción se inicia a principios de los años setenta, tras la experiencia conjunta con José Antonio Labordeta. Es un modo de expresión que ha venido trabajando a lo largo del tiempo, con mayor o menor intensidad, hasta la actualidad. Asume con decisión los principios de la Pintura Informal, que tanto peso había tenido en los ambientes artísticos europeos y norteamericanos.
La Lírica del espacio
Desde principios de los años setenta, Peiró Coronado empieza a trabajar un tipo de obras figurativas de distinto talante que tienen como común denominador la preocupación por la representación del espacio. Son pinturas que a veces rayan la abstracción y otras veces aluden de una manera más clara al mundo de la realidad, pero siempre la inmensidad del espacio está presente. Es un camino que ha venido recorriendo, paralelamente a la producción más abstracta y que podemos rastrear hasta mediados de los años ochenta. Da la sensación de que los celajes del período figurativo se han tornado fondos abstractos.
La búsqueda de un lenguaje
Fernando Peiró Coronado se había mudado con su familia a Benicarló (Castellón) en 1941, siendo todavía un niño de nueve años. Su padre se trasladaría a esta población como secretario de Juzgado con motivo de un ascenso profesional. Los recuerdos de su infancia en Alaquàs se reducen a una serie de imágenes tristes, como las de muchos otros niños, cuyo destino hizo coincidir su niñez con la Guerra Civil Española. Sobre este lejano período nos comenta: «Lo que recuerdo son desastres, fue una infancia de sobresaltos, de bombardeos e intranquilidad…, yo no sabía lo que era jugar cuando era niño». A los trece años tuvo una enfermedad de corazón y como consecuencia de ella no pudo desarrollar actividades físicamente duras. El interés por la pintura fue algo casi innato que, además, era compatible plenamente con las limitaciones de su corazón.
La generación de Peiró
Fernando Peiró Coronado (Alaquàs, Valencia, 1932) pertenece por su nacimiento a la generación que se incorpora a la práctica del arte en los años cincuenta. Es ésta una generación de grandes dificultades materiales, especialmente para una persona que quiere dedicarse a la pintura y busca en el seno de la modernidad la configuración de su propio lenguaje. La España de mediados de los cincuenta, cuando nuestro pintor realiza la primera exposición individual, es una España todavía aquejada por la situación de posguerra. La vinculación cultural que nuestros artistas habían establecido con la Europa desarrollada durante el período de la Segunda República Española (1931-1936) quedó interrumpida.