El retrato al óleo es el primero que aparece en el horizonte de su quehacer artístico y es quizá el que más evolución ha venido experimentando a lo largo del tiempo, participando hasta cierto punto, de los avatares estilísticos que ha seguido el resto de su producción pictórica. Peiró Coronado es capaz de captar con gran habilidad la expresión del rostro, toque maestro de cada obra, y se convierte en un verdadero dibujante/pintor de psicologías/biografías, porque sabe compendiar/sintetizar toda una vida en una imagen. La familiaridad con los modelos, a los que conoce y trata con cierta asiduidad, es la clave de este saber penetrar en lo fundamental de su mirada, para representarla con fidelidad y precisión.